martes, 9 de diciembre de 2014

Señor Director




Estimado señor Director,  
Antes que nada, gracias por tomarse el tiempo de leer esto. Tenga en cuenta que agoté los recursos e hice cuanto tuve a mi alcance para evitar llegar a estas instancias, pero uno tiene que reconocer cuando hay que apelar a una fuerza mayor.


Se me está haciendo imposible hacer mi trabajo, y usted sabe cuán responsable soy.


Yo siempre le he dicho que admiro la forma en que lidera y controla cual director de orquesta esta sinfonía extraordinaria.


El problema es que acá todos los jugadores quieren ser figura, marcar el gol, recibir el mérito, llevarse la gloria.


Algún tiempo atrás esto beneficiaba a los clientes. Tiraban de los hilos formando tejidos fuertes y duraderos, escribiendo la historia de manera ordenada, y el reconocimiento se dividía de forma equitativa.


Hace poco, esto cambió. Ya no sirve el orgullo, la dignidad. En el amor y la guerra todo vale, o eso escuché, y estamos presenciando una lucha atroz que a fin de cuentas está confundiendo a los clientes, que se encuentran deambulando con múltiples estímulos contrapuestos. Así no era el arreglo.


Usted sabe que íbamos a dividir en partes iguales la población e íbamos a ejercer influencia sólo sobre un área de mercado determinada.


Esto ya no es una competencia que nos hace superarnos, esto es la guerra.


Honestamente, mi preocupación va más allá de los objetivos. El hecho de que estos se vean perjudicados es un daño colateral.
Es el futuro lo que me preocupa. Le estamos dando a las personas una brújula con cuatro o cinco nortes, y eso es peligroso.
Yo le digo, señor, se viene una crisis, de las grandes.


Después, ¿qué vamos a hacer con el cuestionamiento de la población mundial? Sabemos que nos necesitan, pero como máximo, a uno o dos de nosotros. Somos incompatibles, y siempre lo tuvimos bien claro.


Los límites se están borrando y vamos a terminar con millones de infelices. Las personas son complicadas, si no tienen ideologías y una postura fija no son nada, se diluyen en la eternidad, se pierden en la neblina.


Mi propuesta es otorgar protagonismo temporal. Acuérdese cómo después de la depresión de los años 30 vino la paz de los 60. Cómo después de la guerra llegó el baby boom. La Revolución Francesa, con uno o dos fundamentos, cambiaron el mundo. Fueron épocas explosivas para algunos de nosotros, pero no para todos. Y está bien, es como debe ser. No hay lugar para que todos brillemos en simultáneo.


Actualmente tenemos una clientela que quiere creer en el amor eterno, los finales felices y el karma.


El Feminismo está jugando sucio contra la Igualdad, y la Justicia anda medio dormida, ahí a un costado (al margen, con respecto a eso, creo que haría falta una charla seria con ella. Sospecho que está con problemas personales)


El Cinismo, uhh, el Cinismo está tremendo. Está absolutamente en todos lados.


El Amor está en papel de payaso. Va y viene, se queda un rato y abandona ¡Por definición debería quedarse para siempre! ¡¿Qué clase de mensaje estamos dando?! Creo que está aburrido o tiene una de esas enfermedades nuevas que están de moda. No, ébola no, DHD o TDAH o no se qué, se distrae fácilmente y pierde el foco.


La Religión está vieja y frágil, y ahora que los Milagros se jubilaron, yo creo que no le queda mucho tiempo.


¡Hasta a la Crisis le falta seriedad! Aparece y en seguida viene la Solidaridad, y abandonan los dos. No digo que no sea bueno, que la Crisis se vaya rápido, pero le resta relevancia. Antes servía de amenaza.


Ahí es donde confundimos a las personas que empiezan a cometer crímenes atroces pensando que no hay consecuencias, convocando al Terror.


Ni hablar de la Imaginación y la Fantasía. Esos dos andan en algo raro. Se la pasan jugando con la Inspiración, agarran jóvenes de 20 años, les dan un golpe de Suerte y los hacen millonarios como músicos o desarrolladores de aplicaciones de tecnología. Desaparecen después de 30 segundos de fama y entra en acción el Existencialismo y los cuestionamientos.


La Pasión y la Felicidad hacen apariciones absolutamente impredecibles y aleatorias.


Esto confunde, confunde y enloquece. “¿Qué quiero en la vida?” “¿Para qué estoy acá?”


Para colmo este nuevo empleado, Tecnología, se cree la estrella desde hace 50 años. No deja que el cliente piense, se relaje y elija su camino, tenga Paz y pueda esclarecer la mente.


Yo le digo, señor, los estamos agobiando. Estamos sobreestimando su poder de decisión y su autonomía.


Yo, personalmente me estoy cansando de esto. Hoy mismo el Cinismo, el Sarcasmo y la Casualidad me amenazaron en un pasillo con robarme todos los clientes. Si esto sigue así, yo renuncio, y a ver ahí “en manos de quién quedan”.


Atentamente,


El Destino




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