martes, 23 de diciembre de 2014

Otro punto de vista



Todos los problemas, las preocupaciones, las tareas diarias y responsabilidades resumidos en ese espacio que podía abarcar con la mirada.

No era como las demás. Era incondicional en ese microsistema de sociedad. Sin su presencia, quién sabe qué pasaría.

¿Reinaría el caos? ¿La anarquía? Ese es el problema de las figuras de poder con autoridad, que adquieren vida propia. En consecuencia, se desmoronan toneladas de esfuerzo de incontables días de carga y trabajo incesante. Son estructuras que aparentan ser indestructibles pero quedan vulnerables frente a cualquier amenaza.

La realidad es que a ella, particularmente, podía importarle muy poco. Tal vez, no había elegido estar ahí, podía ser que tuviera otro tipo de aspiraciones.

¿Sentiría culpa?¿enojo?¿alivio?

Desde la distancia parecía poder ver una multitud alborotada corriendo sin rumbo. Si hubiese sido posible distinguir la expresión en sus ojos, lo que pasaba en su interior, probablemente habría pánico y desesperación, o incertidumbre al menos.

De cualquier forma, a esa distancia, realmente no importaba.

Es como el grupo que se ofreció para ir al planeta Marte.
Aparentemente firman un contrato para participar del reality show que va a mostrar sus vidas e interacciones en el planeta rojo.

Suben a una nave, como quien dice, me voy de viaje al desierto (destino exótico e interesante para quien disfruta los cincuenta grados centígrados, o inclusive cómodo para aquellos que prefieren adentrarse cómodamente en un All Inclusive, que a fin de cuentas terminan experimentando un uno por ciento del desierto en sí).

Pero esta vez, sin mirar atrás, se dirigen al Espacio sin escalas.

Hay un detalle que hace que la aventura sea más extravagante: debido a la imposibilidad de reponer energía para transportarse, los participantes se quedan allá, para siempre.

Si, para SSIIIIEEEEEMMMMPPPPRREEEEEE.

Uno se pregunta quién es capaz de acceder a tal acuerdo... El cupo se llenó rápidamente. O al menos, eso dicen.

Mi teoría es que son personas sin nada que perder, sin seres queridos, ni apego emocional. Que ante la consideración de dejar la Tierra con un hecho drástico como el suicido o vivir con la mediocridad de una rutina insulsa, prefieren escapar y probar suerte "en otro planeta".

Puede que haya deudores perseguidos por la mafia en el grupo, que piensen, huir o morir.

Debe haber algun que otro psicópata.

Un héroe de guerra que perdió un brazo y los dos pies en una batalla y cuya familia falleció en un incendio provocado por un cortocircuito de una licuadora.

Y por supuesto, no pueden faltar el drogadicto y la prostituta, para levantar el rating.

El experimento puede tener resultados catastróficos. Yo opto por un final menos dramático: en treinta años, desarrollan energía alternativa derivada del vacío espacial y pueden traer a los sobrevivientes de vuelta, llenos de gloria y fama eterna.

Sí, a los sobrevivientes. Alguno enloqueció y decidió salir de la "estación" o como sea que lo llamen, sin casco, y murió. Otra convaleció tras varios días de no comer. Se olvidó de avisar que era vegetariana y todas las pastillas que sustituyen los alimentos son con sabor a carne de vaca o hamburguesa. Ay, estos americanos...

Al principio ella permaneció inmóvil, estupefacta en esa nueva realidad. Encontró un elemento gigante en movimiento y alcanzó a trepar. Caminó verticalmente hasta la parte más alta de todas.

Los pequeños bultos de tierra estaban desparramados en toda dirección.

Rocío miró por un segundo, escaneó el terreno y más adelante vislumbró lo que buscaba: la pelota.

Qué patada desafortunada, qué coincidencia que con los mil metros de extensión de pasto, el golpe impactó justo el hormiguero.

Rocío levantó la pelota y sintió un cosquilleo en la cabeza. Al rascarse, vio en sus manos una hormiga de tamaño considerable.

Se sacudió un poco impresionada y volvió corriendo a la cancha.

Quién iba a adivinar, que de todas las hormigas en el hormiguero, iba a salir despedida, la Reina.





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