sábado, 6 de diciembre de 2014

La magia del arte


La belleza del arte no reside en el resultado final de la obra, lo hermoso de verdad es lo que genera: la disposición a ver el mundo de una forma diferente.

Es que ante ese impulso interno, un ser humano se convierta en intérprete divino, inspirado en medio de la cotidianidad que contemplan todos por igual, algunos con tanta indiferencia. 

Eso es increíble y perfecto. Permitir que los demonios y duendes jueguen con el alma de los que no tienen más remedio que expresarse, que lo sienten como una necesidad y construyen una realidad mucho más rica que lo que puede apreciar un individuo aislado.  

No puedo evitar enamorarme un poquito de todo tipo de artista. Porque me fascina esa pasión, la fuerza y la sabida debilidad que tienen a algo mayor que sí mismos.

Me gusta su ingenuidad, que piensen que están haciendo algo por voluntad propia, sentirme parte de esa irracionalidad y catarsis.  Inclusive ese grado sano de autoflagelación que tienen, levemente torturados por no poder expresar literalmente lo que ven tan claro.

Me hacen sentirme menos sola en mi locura.

Su soberbia y su sumisión, y el mundo que me permiten ver. Que hagan que todos seamos menos ciegos. Porque las cosas cambian, la moda, tecnología, tendencias, costumbres, los tiempos y los hábitos. Pero artistas y magia, siempre hay.





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