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sábado, 20 de diciembre de 2014

Noche de insomnio


3:02 AM, miércoles.
El hada del sueño no quiere venir.
Miro relajada el techo color verde agua, pensativa, agotada.
Suena música tranquila de fondo, aprovecho para ordenar mis ideas.
Esa sustancia mágica que indiscriminadamente espolvorea sobre mí durante el día el hada mencionada me obligó a tomarme tres cafés consecutivos de exagerada intensidad, desvelandome en estas horas de la madrugada y sin surtir efecto en el momento correcto.
Traviesa, me la imagino riendo entre dientes, oculta en algún rincón oscuro de la habitación. Detrás de uno de mis cuadritos, tal vez. Se ve como una guarida aceptable.
A su lado, su prima se regocija con la media que me acaba de esconder y la deposita junto a las llaves de mi casa. Anticipan para la mañana siguiente un desenlace caótico de sucesos matutinos: el cansancio va a alterar los ánimos y la misteriosa desaparición de los elementos son una combinación explosiva.
Cupido, gordito y angelical, las mira desde arriba con sus flechas coloridas, mueve su cabeza hacia los lados y suspira.
Sabe que con la mañana que me espera al día siguiente es muy difícil, sino imposible, que sus flechas tengan el efecto esperado en mi y algún desafortunado que cruce mi camino.
Afuera reinan los duendes, que en cualquier espacio verde disfrutan mirando el cielo y riendo, haciéndonos preguntarnos qué bicho es el que hace ese ruido tan raro. Nos acercamos sigilosa y curiosamente, para descubrir que la chicharra se desvanece como si fuera producto de nuestra imaginación.
Las sirenas ocupan los lugares más exóticos y recónditos del mundo, y aunque no lo creamos porque estamos muy ocupados creyendo mitos antiguos, ellas son quienes les cosquillean la panza a los delfines. Esto los hace parecer simpáticos y sirve de distracción, evitando que nos devoren salvajemente cuando interactuamos con ellos.
Las nubes las arrastran angelitos esbeltos y musculosos.
Ellos, un grupo perfecto de lindos hombres y mujeres sacan a pasear a nuestros seres queridos que se fueron arriba para cuidarnos mejor desde otro lado.
Es cuestión de qué hacemos con nuestros ojos. De abrirlos enormes para presenciar toda la belleza y perfección del mundo que arman cual escenografía de Hollywood para nosotros, y dejarlos un poco cerrados para darles el espacio y privacidad que necesitan.
Porque si hay algo en lo que coinciden todas las criaturas mágicas y los humanos es que sus egos y fama son la mayor amenaza para su existencia.
Ahora, a diferencia de los primeros, ellos lo aceptan y sabiamente eligen el anonimato.
Bueno, creo que con tanta reflexión, mi hada del sueño se apiadó de mi y se decidió a visitarme, finalmente.
Buenas noches...


sábado, 6 de diciembre de 2014

La magia del arte


La belleza del arte no reside en el resultado final de la obra, lo hermoso de verdad es lo que genera: la disposición a ver el mundo de una forma diferente.

Es que ante ese impulso interno, un ser humano se convierta en intérprete divino, inspirado en medio de la cotidianidad que contemplan todos por igual, algunos con tanta indiferencia. 

Eso es increíble y perfecto. Permitir que los demonios y duendes jueguen con el alma de los que no tienen más remedio que expresarse, que lo sienten como una necesidad y construyen una realidad mucho más rica que lo que puede apreciar un individuo aislado.  

No puedo evitar enamorarme un poquito de todo tipo de artista. Porque me fascina esa pasión, la fuerza y la sabida debilidad que tienen a algo mayor que sí mismos.

Me gusta su ingenuidad, que piensen que están haciendo algo por voluntad propia, sentirme parte de esa irracionalidad y catarsis.  Inclusive ese grado sano de autoflagelación que tienen, levemente torturados por no poder expresar literalmente lo que ven tan claro.

Me hacen sentirme menos sola en mi locura.

Su soberbia y su sumisión, y el mundo que me permiten ver. Que hagan que todos seamos menos ciegos. Porque las cosas cambian, la moda, tecnología, tendencias, costumbres, los tiempos y los hábitos. Pero artistas y magia, siempre hay.





El viaje más lindo




El autor de todo tipo de relato construye un barco que transporta al lector a través de los canales de su mente. No importa cuán fuerte sea el escritor, queda vulnerable, exponiendo rincones que desconoce de su psicología. Esta violenta desnudez es inevitable, responde a un impulso interno. Con ingenuidad puede querer creer que está siendo selectivo sobre qué es lo que deja entrever de si mismo, pero en realidad es una decisión que excede su poder. 

Como el canto de las sirenas, la tentación por liberarse de esas palabras es más fuerte que cualquier intento racional de disfrazarlas. 

Es así como el escritor queda al final de ese viaje turbulento a la intemperie, satisfecho y aliviado. Y los espíritus creativos se regocijan en ese universo paralelo que tejen a  merced del juego tortuoso con la psiquis de las víctimas.